La
difusión del patrimonio constituye una acción fundamental para mejorar el
conocimiento que la sociedad posee de sus bienes naturales y culturales, en
algunos casos desconocidos para la población local en la que se localizan.
Además, supone una experiencia altamente gratificante para el gestor
patrimonial al interactuar con otras personas, haciéndolas partícipes de las
características y relevancia de los elementos en los que reside nuestra memoria
y esencia.