29 de mayo de 2016

La Cañada de San Cristóbal de La Laguna: quinientos años “vigilando” la antigua capital de Tenerife

Leonardo Torriani describía la ciudad de San Cristóbal de La Laguna en el año 1591 como “la mayor y la más habitada de todas las demás de estas islas” y le atribuye mil fuegos (casas) frente a las doscientas de Santa Cruz de Tenerife, las cuatrocientas de Garachico o las ochocientas de Las Palmas de Gran Canaria. Por tanto, aquella ciudad constituía el núcleo urbano más poblado y edificado del Archipiélago Canario a finales del siglo XVI, señalando además que “las casa son bajas y tétricas” y que la ciudad tiene buen aspecto “por ser las calles rectas, las casas llenas de árboles, y agradable la laguna” (citas extraídas de Calero, 2001).


La ciudad de San Cristóbal de La Laguna, antigua capital de la isla de Tenerife, se localiza en la comunidad autónoma de Canarias (España), específicamente en el sector noreste de la isla y en un área deprimida que funciona como transición entre el macizo antiguo de Anaga (declarado Reserva de la Biosfera) y la dorsal volcánica de Pedro Gil. En el año 1999, el centro histórico fue declarado Bien Cultural del Patrimonio Mundial por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Una vez finalizada la Conquista de Tenerife (1496) y fundada la primitiva ciudad en 1497, inicialmente a modo de una pequeña agrupación de viviendas terreras y algún templo religioso, se acotó la dehesa comunal cuya área central estaba ocupada por la ciudad. El tránsito y pasto del ganado menor fue prohibido en el interior de dicha dehesa, obligándolo a pastar a través de la periferia, constituyéndose así la Cañada de San Cristóbal de La Laguna (Amigos de la Cañada, 2016) (figura 1).

Figura 1. Trazado de la Cañada recorrido el 14 de mayo de 2016


Fuente: Trazado de Víctor González (2016); conversión y montaje de José Iván Bolaños (2016). Ortofotografía de Google earth (2015)

El estudio, la recuperación y la puesta en valor de los recursos naturales y culturales de la Cañada ha sido el origen de la asociación Amigos de la Cañada (ACñ) (figura 2), que recientemente ha recorrido los aproximadamente 31 kilómetros que constituyen el trazado de esta vía histórica, a modo de acto oficial tras la creación de la asociación. Aquí deseo agradecer al personal de Protección Civil su acompañamiento a lo largo de esta aventura, el cual veló por la seguridad de los participantes.

Figura 2. Imagen corporativa de la asociación


Fuente: Amigos de la Cañada (2016)

Para mí es un placer formar parte de este equipo de trabajo que apuesta por recuperar una de las señas de identidad de una de las ciudades más antiguas de Canarias; una cañada olvidada durante años y oculta por el crecimiento y expansión de piteras, tuneras y gramíneas, pero presente en el testimonio oral.

A continuación describimos sucintamente, mediante el uso de algunas imágenes, el itinerario que recogimos con anterioridad, las cuales reflejan la relevancia natural, paisajística y cultural de la Cañada. La toponimia utilizada en la descripción procede de Amigos de la Cañada (2016).

Partimos de la plaza del Adelantado y ascendimos a San Roque (figura 3), lugar desde el que es posible obtener espectaculares panorámicas de San Cristóbal de La Laguna y del fondo del llano, así como de las elevaciones montañosas de Mesa Mota, Lomo La Bandera, La Atalaya y El Púlpito (figura 4).

Figura 3. Cruz de madera ubicada en la cima de San Roque


Foto: José Iván Bolaños (2016)

Figura 4. Ciudad de San Cristóbal de La Laguna y límite montañoso occidental del llano


Foto: José Iván Bolaños (2016)

El sector cimero de San Roque también permite observar áreas periféricas y sectores alejados de la ciudad, como la conurbación Santa Cruz-La Laguna, los conos volcánicos de Birmagen y Talavera afectados por extracciones de áridos y la ladera de Anocheza (valle de Güímar) (figura 5).

Figura 5. Vista parcial de la conurbación capitalina y, al fondo, la ladera de Anocheza, que constituye uno de los límites topográficos del valle de Güímar


Foto: José Iván Bolaños (2016)

Dejando atrás San Roque continuamos transitando por la línea de cresta y alcanzamos el siguiente hito geomorfológico, La Gallardina, cuyo ascenso se realiza mediante una estrecha y acusada vereda (figura 6). Cuando se alcanza la cúspide de esta elevación, se disfruta de la recompensa a modo de impresionantes panorámicas de la antigua capital insular y de su entorno próximo y lejano (figura 7). Si el mar de nubes de los vientos alisios lo permiten también será posible observar el tercer volcán más elevado del planeta (si lo medimos desde el fondo marino) (Carracedo, 2008), El Teide, que tiene 3.718 metros de altitud (emergidos, dado que la altitud se mide desde la cota de 0 metros).

Figura 6. Ascenso a La Gallardina


Foto: José Iván Bolaños (2016)

Figura 7. Panorámica hacia San Cristóbal de La Laguna y la dorsal de Pedro Gil desde La Gallardina


Foto: José Iván Bolaños (2016)

La Cañada continúa su trazado en dirección al macizo de Anaga, pasando por Gonzalianes, lugar donde el caminante puede cruzarse con algunos ejemplares de vacas, ovejas, cabras y/o caballos, antaño más frecuentes y numerosos. En este entorno se localiza El Castillete, hito compuesto por materiales geológicos compactos que constituye una antigua atalaya de la Cañada (figura 8).

Figura 8. El Castillete, muy próximo a Gonzalianes


Foto: José Iván Bolaños (2016)

Continuamos nuestro recorrido hasta las proximidades del núcleo de Jardina, que constituye uno de los accesos al monte del Obispo (monte de Las Mercedes, Anaga). La Asomada de Tahodio, como su nombre indica, constituye un lugar elevado con respecto a su entorno que permite disfrutar del paisaje, como por ejemplo, de la cuenca hidrográfica del barranco de Tahodio, donde se localiza la presa homónima (figura 9).

Figura 9. Vista parcial de la cuenca de Tahodio y de la presa del mismo nombre desde la Asomada de Tahodio


Foto: José Iván Bolaños (2016)

El pueblo de Jardina y el monte de Las Mercedes también se divisan desde la Asomada de Tahodio, además de varias canteras de las que se extrajeron los sillares para la construcción de gran parte de las edificaciones históricas de San Cristóbal de La Laguna (figura 10). Cuando observo estos lugares de extracción reflexiono acerca de cómo pudo ser el trabajo de aquellos cabuqueros que con su trabajo extenuante obtenían el preciado material. Sin lugar a dudas, mi pensamiento, condicionado por el período histórico que me ha tocado vivir, no se aproximará a la dura realidad.

Figura 10. Vista de Jardina, unas canteras antiguas (a la derecha del pueblo) y, al fondo, el monte de Las Mercedes


Foto: José Iván Bolaños (2016)

El tránsito por las estribaciones del macizo de Anaga siempre es interesante porque entramos en contacto con formaciones vegetales más frondosas (figura 11), hasta llegar al pico el Gamonal, desde el cual se divisa prácticamente la totalidad de la Cañada y los bordes montañosos oriental y occidental (figura 12) cuando la nubosidad lo permite.

Figura 11. Travesía desde Jardina hacia Las Mercedes


Foto: José Iván Bolaños (2016)

Figura 12. La Cañada desde el Gamonal


Foto: José Iván Bolaños (2016)

La Cañada ha dejado su impronta en el callejero municipal (figura 13) y actualmente se conservan algunos tramos empedrados de caminos próximos o colindantes a la Cañada que se destinaban a la movilidad de la población entre unos núcleos y otros y para conectar estos con las fincas agrícolas (figura 14).

Figura 13. Camino Cañada La Timplina, en el núcleo de Las Mercedes


Foto: José Iván Bolaños (2016)

Figura 14. Empedrado de un camino tradicional en Vueltas Blancas, Las Mercedes


Foto: José Iván Bolaños (2016)

Los límites entre territorios constituyen lugares curiosos donde pueden producirse situaciones llamativas, como el edificio de la figura 15, localizado en el límite municipal entre San Cristóbal de La Laguna y Tegueste. Se podría decir que una parte del mismo es lagunero y la otra teguestero. Además, aparecen dos placas metálicas para indicar el nombre de la calle, una de color azul correspondiente al primer municipio, y la otra de color verde (al fondo de la imagen) del segundo.

Figura 15. Las áreas de límite habitualmente reflejan situaciones curiosas


Foto: José Iván Bolaños (2016)

A lo largo de la Cañada es posible observar en la actualidad determinadas prácticas ganaderas, como ésta (figura 16) en la cumbre de Cocó, junto al Lomo la Bandera. Precisamente, desde la cima de este cono de piroclastos basálticos se obtiene una panorámica del centro y entorno de la ciudad de San Cristóbal de La Laguna (figura 17).

Figura 16. La ganadería continúa presente en la Cañada


Foto: José Iván Bolaños (2016)

Figura 17. Panorámica de San Cristóbal de La Laguna desde Lomo la Bandera


Foto: José Iván Bolaños (2016)

El trazado de la Cañada tiene una gran relevancia patrimonial porque permite conectar diferentes tipos de elementos naturales y culturales, entre los que destacan las fuentes, algunas de ellas desaparecidas, que además tienen reflejo en el callejero municipal (figura 18). Además, es posible admirar ejemplos de la arquitectura religiosa, como la iglesia del núcleo de Guamasa, parroquia de Santa Rosa de Lima, edificada a principios del siglo XX bajo la dirección del arquitecto don Mariano Estanga (1867-1937), de estilo neogótico (figura 19). Este lugar fue el elegido para realizar el almuerzo y descanso del grupo, agradeciendo al párroco don Agustín Domingo Marrero su acogimiento y preparación con la ayuda de varios feligreses. Tras el merecido descanso, continuamos nuestro camino en dirección nuevamente a San Cristóbal de La Laguna. Inmediatamente encontramos uno de los numerosos mentideros (áreas de descanso e intercambio de opiniones y vivencias populares) existentes a lo largo del recorrido, caracterizado por su conoración mediante una cruz de madera (figura 20).

Figura 18. Las fuentes constituyen elementos naturales existentes a lo largo del recorrido de la Cañada


Foto: José Iván Bolaños (2016)

Figura 19. Iglesia de Guamasa, obra del arquitecto don Mariano Estanga


Foto: José Iván Bolaños (2016)

Figura 20. Mentidero en la intersección del camino Santa Rosa de Lima y el paseo Las Acacias


Foto: José Iván Bolaños (2016)

El paseo Las Acacias (figura 21), que presenta un firme empedrado, permite al visitante un tránsito sosegado a través de una profusa arboleda, conectando el camino Santa Rosa de Lima con la carretera general del Norte (TF-152).

Figura 21. Paseo Las Acacias


Foto: José Iván Bolaños (2016)

Desde la Carretera General, una sucesión de caminos y calles nos permitirán rodear el aeropuerto de Los Rodeos por el sector meridional, atravesando El Ortigal y el llano de Los Rodeos a través de la vereda El Majano, los caminos Vereda Alta, Vereda del Aire, La Rambla, Rodeo Alto, La Mina, La Atravesada y El Medio, y la calle La Viña. Así se conecta con el camino San Francisco de Paula. El recorrido así descrito permite atravesar un ámbito caracterizado por la combinación de concentraciones edificatorias en torno a las vías de comunicación, calles, antiguos caminos hoy pavimentados, pistas de tierra, y algunas parcelas agrícolas destinadas a la agricultura de subsistencia (cultivo de la papa [figura 22], etcétera).

Figura 22. Cultivo de subsistencia en el camino La Atravesada


Foto: José Iván Bolaños (2016)

El camino San Francisco de Paula permite regresar a la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, en cuyo centro urbano es posible contemplar varios elementos patrimoniales, como el entorno de la plaza de San Cristóbal, donde se localiza la capilla de la Cruz Verde (siglo XVIII) (figura 23). Finalmente, alcanzamos el punto de inicio, la plaza del Adelantado (figura 24), uno de los centros neurálgicos de la ciudad.

Figura 23. Capilla de la Cruz Verde, en San Cristóbal de La Laguna


Foto: José Iván Bolaños (2016)

Figura 24. Imagen del grupo de caminantes


Foto: Sergio Pérez (2016)

No deseo finalizar estas breves notas sobre la Cañada de San Cristóbal de La Laguna sin agradecer a tres personas la vinculación que han forjado entre la Cañada y mi persona. En primer lugar, a mis padres, porque gracias a ellos existo y “soy lo que soy” y, sin conocerlo, me llevaban a pasear por un tramo de esta vía durante mi niñez, con el objetivo de disfrutar del entorno y valorar las riquezas de este espacio. En segundo lugar, a Miguel Pérez Carballo, que muchos años más tarde me dio a conocer la Cañada y me integró en el equipo, aflorando así recuerdos, sensaciones y sentimientos hasta ahora ocultos.


Fuentes consultadas

AMIGOS DE LA CAÑADA (2016) Amigos de la Cañada. [En línea] Disponible en: http://www.amigosdelacañada.org [Consulta: 20 de mayo de 2016].

CALERO, C. G. (2001) La Laguna (1800-1936). Desarrollo urbano y organización del espacio. San Cristóbal de La Laguna: Excelentísimo Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna.

CARRACEDO, J. C. (dir.) (2008) El volcán Teide. Volcanología, interpretación de paisajes e itinerarios comentados. Tomo 1. Santa Cruz de Tenerife: CajaCanarias, Obra Social y Cultural.

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